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Agile 20 aniversario: ¿Hacia dónde vamos?

Hace 20 años, un día tal  como hoy, se reunieron 17 expertos de Desarrollo Software para debatir sobre el estado del sector. De aquel fin de semana en Snowbird, apareció el Agile Manifesto, que ha supuesto una revolución en el desarrollo software y en otros sectores que han decidido adoptar algunas de sus prácticas, herramientas o marcos de trabajo. 

Con este motivo, mañana hemos organizado un evento con varias personas referentes Agile de España, elegidas por votación. Cada una de ellas dará su opinión sobre estos 20 años y su visión del futuro de la agilidad. Quiero aprovechar este artículo para dar nuestra opinión. 

¿Cuál es el futuro de Agile? 

En el mes de abril, pocas semanas después del confinamiento en España, unos ex-compañeros hicieron una mesa redonda sobre Agile y teletrabajo. En la ronda de preguntas, alguien hizo una sobre cuál serían las compañías que iban a ir bien en los próximos meses. Una de mis excompañeras dijo: “si lo supiera, estaría forrada”. Y estamos muy de acuerdo, el mundo ha descubierto que, cuando las condiciones son cambiantes, planificar es un ejercicio desesperante. El mundo siempre ha sido cambiante, el COVID ha acelerado esta percepción

Por tanto, nos cuesta mucho predecir el futuro de Agile, nunca se nos ha dado muy bien. Además, un agilista se centra más en crear mecanismos de inspección y adaptación que en “acertar el futuro”. Aún así, cada vez el mundo es más digital, y Agile es un arma óptima para ese mundo digital. Cuanto más rápido cambie el mundo, más necesario será tener la capacidad de adaptarse rápidamente. ¿Están las compañías entrenando? 

Agile como habilidad empresarial

Comentaba Ángel Díaz Maroto que la agilidad era una habilidad y, como tal, puede ser entrenada y desarrollada. Por tanto, es un proceso que requiere adquirir el hábito y ser capaz de mantenerlo en el tiempo, al igual que cualquier habilidad. Hay habilidades, como montar en bici, que nunca se olvidan. No obstante, no puedes ganar un Tour de Francia si dejas de entrenar de manera continuada. 

Al igual que cualquier actividad, no se trata solo de hacerla, se trata de hacerla bien y con garantías. Si “hacemos Agile” de manera incorrecta, seguramente nos “dolerá la espalda”, lo que se traduce en equipos que no entregan valor o  en productos que no tienen futuro a pesar del dinero invertido. 

Este desgaste nos puede llevar a querer volver a lo anterior y a ver la inversión como una pérdida de dinero y de tiempo. Al igual que en el gimnasio, muchos se apuntan en enero, pero… ¿Quiénes continúan todo el año? Las habilidades requieren de:

  • Propósito claro de querer hacerlo
  • Métricas que indiquen nuestro avance
  • Disciplina para seguir
  • Evolución para mejorar

El precio de ser ágil

Las empresas necesitan agilidad y, desde nuestro punto de vista, se ha hecho una inversión muy elevada por parte de las empresas, pero los resultados están lejos del dinero invertido. 

¿Han invertido las empresas el coste de ser ágiles? Asistí hace poco a una charla de Óscar Naveiras, quien nos dejaba esta magnífica frase: 

“Una transformación se suda, no se compra”. 

Muchas empresas, sobre todo las grandes, han contratado a grandes consultoras estratégicas y a empresas de transformación, pero sin asumir el cambio que realmente necesitan. No es cuestión de pagar, es cuestión de dedicación ¿Cuánto tiempo a la semana dedicas al cambio de tu organización? Si cada vez que hay una reunión para inspeccionar y adaptar una parte del cambio, la cancelas porque tienes “cosas más importantes”, el cambio difícilmente ocurrirá. 

Nos contaba Tobias Mayer, en su libro Por un Scrum Popular, que estaba harto de que grandes directivos le contrataran para implantar Scrum en los equipos, sin que ellos quisieran cambiar nada ¿Cuánto espacio tenemos en la agenda para el cambio? Si seguimos con las mismas dinámicas, las mismas métricas, las mismas expectativas… ¡El cambio no aparecerá de la nada! 

La cultura, el gran reto de las empresas

Trabajamos en varias empresas donde acabamos frustrados, no conseguíamos que Agile funcionara. Tras un proceso de estudio, llegamos a una conclusión: la cultura es el reto. La cultura es la que manda  la que nos habilita para ser ágiles y, así, poder entregar más valor. La cultura marca las decisiones de una empresa. No obstante, el mercado, los eventos y linkedin están llenos de personas y empresas que hablan de Agile Mindset y de que tenemos que creérnoslo ¿Por qué no da resultados? 

Nos falta un profundo sentimiento de urgencia. No vemos en el mundo digital una amenaza, y, por eso, los cambios van lentos. Cuando vemos riesgo, es cuando reaccionamos. Muchos agilistas hablan de Agile como mentalidad, pero orientada a ser buenas personas, en vez de orientarla a ser adaptativos y a la entrega de valor. Nos preocupamos tanto por el bienestar de las personas, que nos olvidamos de que lo que hace que crezcamos es poder decidir. El ser humano quiere ser libre,  que se traduce en dejar a los equipos trabajar y en darles espacio para tomar sus propias decisiones. Esa libertad es la que realmente habilita hacer Scrum, porque cuando tenemos espacio, podemos llenarlo de ideas para darles mejores productos y servicios a nuestros clientes. 

No tenemos claro si Scrum, Kanban o XP existirán en el futuro, puede que aparezcan nuevos métodos o herramientas. Ahora bien, la “cultura”  es el verdadero reto de las empresas. 

¿Qué opinas? 🙂

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