Últimamente en el mundo de la tecnología, desarrollo software, transformación digital, cultural o ágil de empresas y demás se escucha mucho hablar sobre el mindfulness. En la pasada Conferencia CAS hubo al menos dos charlas con la palabra “mindfulness” en el título. ¿Es algo a lo que deberíamos prestar atención? ¿O es solamente otra moda pasajera de los locos de los post-it?
¿Qué es mindfulness?
Según la wikipedia:
El mindfulness, también llamado atención plena o conciencia plena, consiste en estar atento de manera intencional a lo que hacemos, sin juzgar, apegarse, o rechazar en alguna forma la experiencia. Es una práctica basada en el concepto de mindfulness o conciencia plena de la meditación budista, y se ha popularizado en Occidente gracias a Jon Kabat-Zinn.
El mindfulness está basado en la técnica de meditación de vipassana, que consiste en ver y aceptar las cosas tal como son, sin intentar cambiarlas.
Como se observa en la definición, el mindfulness tiene mucho que ver con el modo en el que manejamos nuestro foco. Por eso, entre otras, prefiero llamarlo atención plena.
El foco es uno de los valores de Scrum, uno de los marcos de trabajo más extendidos dentro del desarrollo ágil de software. Aquí aparece el primer nexo de unión entre la atención plena o mindfulness y el desarrollo ágil de software.
Atención frente a distracción
En nuestro día a día vivimos con el piloto automático. ¿Cuánta veces no habremos llegado al trabajo o la escuela sin darnos cuenta del camino? Y lo malo, es que el uso de teléfonos móviles y dispositivos digitales nos invita cada vez más a evadirnos del momento actual y estar en varios sitios a la vez: el físico y el mental. ¿Cuántas veces habremos visto un grupo de gente donde alguno o todos están evadidos en sus móviles y no prestando atención al grupo? ¿Podríamos llamar a esto mindlessness?
Hay una frase que me gusta mucho y es la que dice que nacimos con la capacidad natural de prestar atención plena, como el cazador de la prehistoria que además de prestar atención a la presa, está atento a no ser cazado a su vez. Sin embargo, en algún momento de nuestra evolución personal, ponemos el piloto automático y dejamos de prestar atención plenamente.
La atención plena nos invita a centrarnos en lo que estamos haciendo realmente y descartar lo demás. No es algo excesivamente complicado, si estamos hablando con un amigo o familiar, escucharemos a esa persona, estaremos ahí. No vamos a tratar de buscar una respuesta a lo que nos dice. Escucharemos al otro activamente. O al lavarnos los dientes, sentiremos el tacto del cepillo por cada diente y cada encía. Siendo conscientes de los movimientos del cepillo. Sentiremos el aroma de la pasta de dientes, su sabor y las sensaciones que nos transmite a nuestra boca.
Los expertos afirman que practicando la atención plena, con el tiempo podemos llegar a conseguir que nuestra modalidad por defecto se incline más hacia la atención plena (mindfulness), en lugar de hacia la distracción (mindlessness) o el modo automático. sí no nos perderemos tanto en el pensamiento y tendremos más en el control de nosotros mismos.
Tipos de práctica de atención plena
Existen varios tipos de prácticas de mindfulness. Las prácticas de atención pueden ser focalizadas o cerradas, con un objetivo y sin desviarnos de él. Un ejemplo de práctica cerrada puede ser contar respiraciones (sin alterar la respiración). Si me despisto vuelvo donde me he quedado y si no me acuerdo, vuelvo a empezar. Este tipo de prácticas nos ayuda a tener la mente calmada, sin ruido interior.
También pueden ser prácticas abiertas, acogiendo los pensamientos que pasan por ahí, y así poder reconocerlos y dejarlos ir. En este caso seremos como un cazador, abiertos a sentimientos, pensamientos del pasado, del futuro, algún dolor… Lo que venga lo acojo, lo reconozco y lo acepto, y así puedo dejar que se marche. Podemos usar este tipo de prácticas de atención abierta para notar nuestras sensaciones corporales, pensamientos, emociones, dolores, conductas…
Por último, las prácticas de atención plena en las que vivimos plenamente una experiencia, prestando atención a los sentidos a la vez que ejecutamos la acción que corresponda, por ejemplo comer un trocito de chocolate. Prestaremos atención a nuestra respiración, sin modificarla. Notaremos cómo se derrite lentamente en la boca. A medida que se disuelve, el sabor será poco a poco más intenso. Notaremos su sabor, su textura, incluso su aroma. Si algún otro pensamiento nos interrumpe, lo recibiremos y lo notaremos, pero dejaremos que se disipe para poder volver a centrarnos en nuestra tarea…
Y ¿cómo podemos aplicar la atención plena en nuestro día a día?
Durante la pasada Conferencia CAS, Miquel Blanch Carrasco nos invitó a relacionar los diferentes eventos dentro del desarrollo ágil con estos tipos de prácticas de atención plena. Esto nos ayudará a responder nuestra pregunta inicial sobre el mindfulness.
En estes sentido y volviendo al marco de trabajo Scrum, el Sprint es el evento en el que ponemos foco sobre algo concreto: el desarrollo del objetivo del Sprint para maximizar el valor aportado al cliente. Este es un ejemplo de práctica de atención cerrada, donde evitaremos interrupciones tanto externas como internas para no perder el foco.
En contraposición, los eventos de inspección y adaptación son ideales para practicar la atención abierta, donde abrazamos y reconocemos los distintos pensamientos divergentes. Durante la Review y la Retrospectiva abrazamos las nuevas ideas y acciones. No las juzgamos, ni las criticamos. O por lo menos esa es la actitud con la que deberíamos entrar a estos eventos. Con la práctica de la atención abierta escucharemos las vocecitas interiores que suelen pasar desapercibidas, lo que nos ayudará a movernos de manera natural junto a los elementos cambiantes e impredecibles.
El mindfulness o atención plena parece que ha venido para quedarse. En una sociedad cada vez más dispersa, prácticas que nos ayudan a disfrutar más plenamente del día a día son bienvenidas. En nuestro día a día con los equipos y organizaciones también podemos aprovecharnos de las ventajas de estas prácticas y utilizar unas u otras según la situación. Lejos de sesiones de comer chocolate todos juntos o meditación a nivel empresa, prestar atención plena en el día a día nos ayudará a aceptar las circunstancias y a afrontar los cambios que se nos presenten.
1 pensamiento sobre “Scrum y Mindfulness ¿amigos o enemigos?”